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domingo, 4 de julio de 2010

Creatividad (IV): Dinámicas de la creatividad

Llegamos al post final sobre dinámicas de la creatividad. Hoy nos centraremos en hablar sobre cada una de ellas y de qué manera tienen repercusión en el proceso creativo en general. Hablaremos de la necesidad de la motivación, la curiosidad y el temor a lo desconocido, la ruptura de enlaces preestablecidos y creación de nuevos y finalmente sobre la evaluación de resultados.

A lo largo de esta serie de post hemos expuesto lo complicado que resulta para una persona adulta romper la inercia del conocimiento ya establecido y crear nuevas conexiones. Estamos educados para poder dar respuestas eficientes a los retos que se presentan en el día a día y no tanto para dar soluciones creativas ante nuevos retos. Por lo tanto es importante conocer las dinámicas subyacentes a la creatividad para poder conocer mejor de qué manera podemos actuar de una manera diferente.

El primer rasgo diferenciador de las personas creativas es el tener un alto grado de motivación y pasión por lo que hacen. La motivación, tal y como está descrita en el libro al que hacíamos referencia con anterioridad de Jeff Mauzy et.al, la podemos definir de una manera resumida como: "la energía emocional que una persona u organización necesita para poder cambiar el rumbo de los acontecimientos y llegar a modificar un estado final que sin su intervención y energía hubiera sido diferente". Es decir una persona u organización debe estar dispuesta a generar la energía emocional suficiente para cambiar el futuro y aproximarlo a lo que él desea. El futuro será diferente si uno está dispuesto a invertir energía en cambiarlo. Pensemos en un ejemplo. Un tenista está motivado para ganar si está dispuesto a invertir esfuerzo, concentración, etc. para intentar ganar. Sin ese motor interno que le hace esforzarse a todos los niveles para conseguir ganar, difícilmente podrá superar las adversidades que se les presentará a lo largo de un partido.

Algo complementario a la motivación y que se sigue de ella es la curiosidad y el temor ante situaciones nuevas. Cuando nos encontramos motivados nos sentimos con fuerzas para cambiar el rumbo de los acontecimientos, y por tanto para preguntarnos sobre el futuro. Sentimos curiosidad por saber cómo será ese futuro que queremos construir con nuestra participación. Por lo tanto nos adentraremos en terrenos desconocidos y tendremos que conseguir el objetivo marcado muchas veces superando adversidadades. Pero como facilmente se puede concluir de lo anterior, curiosidad y temor a lo desconocido forman un binomio indisoluble. Sobre este temor ya hemos hablado en posts anteriores, donde indicábamos que este era una reacción lógica del cerebro primario ante la falta de esquemas mentales con los cuales actuar ante una situación dada. Pero es esta fase de investigación movida por la motivación y por la curiosidad la que nos permitirá en un momento determinado descubrir nuevas maneras de hacer las cosas. Mediante la experimentación con lo desconocido hacemos que se haga la luz sobre zonas que hasta ese momento eran meras sombras.  Si somos capaces de vencer este miedo inicial y adentrarnos en estos terrenos de descubrimiento guiados por al curiosidad y con el motor de la motivación llegaremos a la tierra prometida.

La tierra prometida es el acto de romper con los enlaces antiguos y generar nuevas conexiones. Es el acto creativo por excelencia. Para poder ser creativos hay primero que romper con las estructuras existentes. Si queremos generar un nuevo producto habrá que dejar de pensar en cómo era el producto antiguo y de qué manera funcionaba y forzar la generación de nuevas conexiones. Para llegar a este punto es necesario que los puntos de los que partimos sean lo más heterogéneos como sea posible, para que la idea generada sea lo más distinta posible. Para esto existen diferentes técnicas que en algún post futuro trataremos. Este es el momento de culminación del proceso.

Quedaría un último apartado y sería el de evaluar las ideas generadas, pero esto ya lo comentamos anteriormente. Como resumen decir que las ideas que acaban de nacer son muy delicadas y hay que cuidarlas para que crezcan. Cualquier crítica puede matarlas e impedir que de esa idea emerja una innovación disruptiva futura. Por lo tanto la evaluación de las ideas debería de dejarse de lado hasta pasado un tiempo prudencial al cabo del cual se puedan realizar evaluaciones con más objetividad.

¿Os parece que estas dinámicas de la innovación explican todo el proceso creativo?
¿El orden de aparición de las dinámicas de la innovación es necesariamente el descrito o pensáis que pueden existir solapes entre ellas?

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