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lunes, 18 de octubre de 2010

Aprovecha las presentaciones para pensar fuera de la caja.

Ando estos días en unos cursos sobre habilidades comerciales y vuelvo a confirmar lo importante que es para desempeñar cualquier puesto en una organización el tener claro cómo transmitir las ideas por medio de presentaciones claras y bien estructuradas, desde las personas que trabajan en I+D+i a las que trabajan vendiendo los productos. Como muchos sabréis, hay dos partes comunes y fundamentales en cualquier presentación tanto interna como externa que son los mensajes iniciales y finales de las mismas. Entre las dos no llegaremos a invertir ni dos minutos, pero serán los fundamentales si queremos que nuestra presentación marque a la audiencia y no se quede olvidada como una más entre muchas.  Pero este no es el tema que quiero abordar hoy en el post. Hoy quiero hablar sobre la manera que nosotros, muchas veces sufridores oyentes de las presentaciones, podemos sacar provecho a estos momentos en los que atendemos a presentaciones para extraer nuevas ideas que finalmente puedan desembocar en innovaciones provechosas para nuestra organización.

Independientemente de la claridad a la hora de presentar que pueda tener el ponente es muy importante que podamos aprovechar el tiempo haciendo una escucha activa e intentando establecer conexiones fuera de la caja tan necesarias para generar ideas innovadoras. Las presentaciones son momentos excelentes para realizar dichas conexiones. La atención de una persona es algo muy volátil, ronda entre los 10 a los 20 segundos, este es el tiempo máximo que podemos escuchar a otra persona sin ponernos a pensar en otra cosa, y si la presentación no captura nuestro interés puede ser que este sea el único intervalo de tiempo en el que nos encontremos atendiendo a la misma. Si, he puesto las cifras correctas, no hablamos ni de 10 ni de 20 minutos, estamos hablando de una fracción muy pequeña durante la cuál el ponente debe tratar de captar la atención del público, o sea nosotros, o de otra manera la perderá irremediablemente para el resto de la charla. Desde el punto de vista del expectador tenemos que recurrir a alguna técnica que nos haga estar más tiempo concentrados en la presentación a la que estamos atendiendo y que por otra parte puede ser una excelente fuente de nuevas conexiones que nos permitirá pensar fuera de la caja.

El cerebro es una máquina que funciona muy rápido, no sé si tanto como se ve en la entretenida película origen, pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones logramos hacer que se aburra, y es entonces cuando nos sumergimos en ese río de pensamientos que continuamente la mente genera. ¿Por qué no aprovechar este hecho para combinar ideas que nos vayan surgiendo de la charla con lo que nos aparece en nuestros pensamientos? Si lo hacemos de esta manera veremos como de charlas aparentemente aburridas o ajenas a nuestras principales preocupaciones u ocupaciones, o incluso de las charlas que nos interesan, saldrán enlaces muy interesantes que posteriormente podremos utilizar como entradas a nuestros procesos creativos.

Como técnica muy útil en estas ocasiones está la de apuntar lo que consideramos interesante de la charla a la que atendemos en un lado de una hoja, y los pensamientos que se nos vayan ocurriendo en el otro lado. De esta manera veremos las curiosas relaciones que se van generando. ¿Por qué se nos ocurre un pensamiento sobre un tema determinado cuando estamos escuchando algo de otro tema? ¿Tendrá alguna relación? ¿Qué ocurrirá si intentamos componer algo nuevo a partir de los dos? Preguntas sin duda interesantes que merece la pena indagar con la propia experiencia.