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viernes, 26 de noviembre de 2010

Aterrizando la innovación (I) : Estrategia Proactiva o Reactiva


Cuando hablamos de innovación, nos planteamos frecuentemente la pregunta sobre cómo podríamos hacer una implantación efectiva de la misma dentro de nuestras organizaciones. En el post de hoy empezaré a realizar una serie de pequeñas sugerencias para comenzar a implantar un sistema de gestión de la innovación en nuestra organización. 

Plantear la estratégia de innovación

Lo primero que tenemos que hacer, especialmente si no tenemos experiencia previa en gestionar la innovación, es definir una estrategia respecto a la misma. Podemos ser una gran compañía o una pequeña PYME, pero hay que tener claro qué es lo que queremos conseguir en un plazo de tiempo razonable mediante la innovación -un año puede ser suficiente para este primer ejercicio-. 

Tenemos que visualizar cómo nos queremos ver en este plazo de tiempo definido. El ejemplo del capitán de un barco nos será ilustrativo. Un capitán que no tenga definido un puerto de llegada poco podrá hacer con el barco, ya que no sabrá qué rumbo seguir. Con la innovación pasa lo mismo, si no tenemos un objetivo de llegada claro no podremos hacer los ajustes necesarios en el día a día para poder llegar a buen puerto. 

¿Proactivos o Reactivos?


Para ello, la primera pregunta a responder será la relativa a la manera en cómo queremos que sea nuestra actitud ante los cambios. ¿Queremos ser lideres en nuestro sector o queremos simplemente reaccionar ante las novedades del entorno? Esta pregunta, por simple que parezca, nos hará reflexionar sobre el papel que queremos que tenga nuestra organización respecto al entorno, y nos ayudará a empezar a definir de una manera más concreta que es lo que esperamos de la innovación.

Si queremos ser lideres del sector, tendremos que enfocar nuestros esfuerzos en generar nuevos productos/servicios o mercados y por lo tanto tendremos que centrarnos en innovaciones más radicales. Si queremos tener una actitud más reactiva, tendremos que realizar una innovación más incremental teniendo agilidad suficiente para incorporar nuevos requerimientos del mercado en el momento adecuado.

Con la primera de las actitudes, la proactiva, tendremos posibilidades de expandir nuestro mercado y en un momento dado estar un paso por delante de nuestros competidores, nos convertiremos en una organización líder. Con la actitud reactiva estaremos siempre a remolque de lo que diga el mercado y por tanto competiremos con otras organizaciones que en un momento dado pueden hacer lo mismo que nosotros con un coste menor de producción y de manera más ágil.

Conclusiones


Por lo tanto la primera decisión a tomar está clara: proactivo o reactivo, o lo que es lo mismo, nos decidimos por dar el salto a innovar o no. ¿De qué lado estas? Seguramente si has leído este post estarás del lado de los que quieren ser proactivos.

En próximos post seguiremos avanzando en estos aspectos básicos a la hora de definir una estructura de gestión de la innovación.

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